lunes


Y estando entre las sábanas se le ocurrió pensar en el tiempo. ¿Qué era el tiempo? Lo que le faltaba, lo que necesitaba, ¿lo inmutable? Sin embargo también era lo que nunca paraba, siempre andante... por lo tanto siempre cambiante. "Entonces es CONTRADICCIÓN, tal vez... " se dijo. Pero siempre está, y siempre diferente. Es el pasado, el presente que se está yendo y el futuro que nunca termina de llegar. es inmensidad. Es lo que los apurados siempre andan buscando y lo que a los vagos les sobra.
Cerró los ojos, sabiendose en un momento de la infinidad de la historia. Siguió reflexionando sobre sus teorías, yendo y viniendo en sus pensamientos sin sentido - lo que le sabía pasar cuando dejaba volar su imaginación -. Su rostro masculino se mostraba relajado. "El tiempo que es medido por las horas de un reloj que a veces se para; el tiempo que se mide, se fracciona. Eso que no necesariamente tiene que ser divido así, sino por los momentos que nos marcan . .. a veces. Sí. mi tiempo se marca por vivencias imborrables. Y vino a su mente la cara de su princesa". Se dio cuenta de que su vida se podía contar de miles de maneras, pero que la que más le importaba era una muy simple: EL ANTES Y EL DESPUÉS DE CONOCERLA. Y su tiempo se marcaba por los momentos en los que estaba con ella y en los que faltaba para verla. Abrió los ojos. Se había dado cuenta de que estaba completamente enamorado de su princesa, de que nada realmente importaba si no estaba con ella. Era su todo, su adicción.
En ese preciso instante apareció en la puerta la figura de su ángel, vestida con la camisa que él habia llevado puesta anoche; traía dos tazas de café batido.
- Cásate conmigo, hazme el hombre más feliz del mundo - Le dijo Joaquín de repente, con lágrimas de felicidad en los ojos, pura pasión, derroche de amor.
Ella se acercó lentamente, se sentó entre las piernas de su Joaquín y le limpió los bigotes de espuma con un beso. Sus ojos azules se encontraron con los verdes de él. La ilusión, la felicidad, el amor, todo se reflejaba en ellos.
- Claro que sí, - le dijo en una sonrisa gigante. - Te amo, te amo te amo - Lo tomó por el cuello y se fundieron en un beso gusto a café.
El tiempo se detiene en esas situaciones que realmente valen la pena, en los que dejan un sello imborrable, los que pintan nuestra alma. Y es el tiempo el que nos lleva a tomar esas decisiones.

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