martes


Definitivamente ella es alguien singular. Nos conocimos por casualidad, en una cena no formal. Nos presentaron, pero coincidimos en creer que nos conocíamos de antes. Ella bromeó con la idea de una vida pasada. Me dijo que su muñeco se llamaba Rupert, y que todos los viernes se iba pescar. Definitivamente ella es alguien singular. La forma en que camina sin preocupaciones. La manera en que su mirada me dice que se pierde, que ya no está. Si se pierde es porque se va entre sus pensamientos, y si se va es porque tiene que pensar, reflexionar. Nunca me dijo exactamente que pasa por su cabeza, creo que jamás me lo va a decir. Definitivamente ella es singular. Ahora la tengo a mi lado, pero sus ojos me cuentan que se fue de nuevo a su mundo. A veces me gustaría que me dijera que piensa, pero más que nada me gustaría que estuviera aquí. Es que hace tiempo que veo que no está, me acompaña a los lugares de siempre, pero ya sin hablar. Sigue caminando como siempre, altiva y sincera en cada uno de sus pasos. Mientras espero a su regreso me acuerdo que ayer por un momento me dedicó la mejor sonrisa del universo, y por ese instante pensé que estaba frente a mí. Definitivamente es especial, solo espero que ella se de cuenta. Le encanta la música clásica, pero se mueve excelente en el rock. Lee mucho. Llora más de lo que lee. Come a la par mía, aunque cuando salimos se sabe cuidar. Es seria, pero se deja hacer reír. Les teme a los payasos, pero no a las arañas. Definitivamente ella es singular. Se levanta, me mira, tiemblo. ¿Volverá?

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