La vi allí, jugando a ser libre. No sabía que podía llegar a amarla todavía más, pero así era. Con cada segundo, cada brinco, cada sonrisa aumentaban mi pasión por su alma de ángel. Su aroma a rosas y alegrías por venir bailando entre el viento y su pelo. Nunca iba a dejar de amarla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario