Y por primera vez mis labios rozaban los suyos, abriendo su boca, buscando su lengua. Un instante de miedo, de maravillosa poesía y de una sola respiración. El mundo se posa en ese segundo cargado de estática que se desliza hasta la punta de los dedos que juegan en su cuello. Una unión y el alivio que se escapa en un suspiro profundo recorriendo nuestras almas. Pasión, deseo. Amor. Calma y torbellino de emociones aceleradas. Y después, después un nuevo despertar con la tristeza que nace al caer en la cuenta de que aquél momento perfecto jamás salió de mi mente de noche de verano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario