martes

El domingo al mediodía cerré los ojos, apreté los dientes y sujeté con mucha fuerza las bolsas entre mis puños dejando escapar un poco la zozobra y la aflicción. Dios, ¿era posible extrañarlo con cada fibra de mi ser? "Él se ha ido" - me repetí con impotencia; y yo no estaba lista para dejarlo ir. Posiblemente por eso mi mirada ahora estaba ausente – al menos, eso me decían – rebuscando entre la gente eso que no estaba dispuesta a olvidar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario