martes

Como sabe pasarme de vez en mes, vuelvo a dar un pantallazo a los papeles viejos, a las notas colgadas en el blog, a las capturas fotográficas que siguen intactas y a los recortes desgastados que voy acumulando por ahí. Anécdotas felices, tristemente melancólicas, ridiculeces del momento que más de una vez me avergüenzo de haber escrito; en definitiva, todo eso que conforma mi pasado. Releyendo fue que volví a darme cuenta que esta ciudad hizo algo en mí, algo que probablemente comenzó en casa, algo que Buenos Aires logró expandir. Me doy cuenta que disfruto mucho de caminar un rato sola cuando vuelvo de la facu, cuando voy a algún destino, cuando no voy a ninguno. No es que odie la compañía o algo así; me encanta compartir charlas al pasar con la gente amiga que escucha, habla, comparte, ríe y llora conmigo entre otras cosas, pero la sencillez de andar solo a veces hace que uno agudice ciertos sentidos escondidos y descubra lo maravilloso en la simpleza de esos pequeños momentos.
Igualmente Soledad no va tan sola, la música se convirtió en una compañera que remarca las emociones en el día, convirtiendo el tráfico de las avenidas en una pequeña orquesta con el trasfondo de Paganini o haciendo que la plaza huela a Jarabe de Palo o que suene como Bon Iver, The Beatles, Zero Assoluto o The Police mientras los chicos de oficina almuerzan en algún rincón, los niños vuelven de la escuela con sus mochilas carrito y una mano apresurada se estira para tomar un taxi. Los turistas, a veces apurados, a veces simples transeúntes, sacan fotos a los mismos monumentos todos los días [¿Cuántas fotos habrán de la Casa Rosada?] , se fascinan con los tangueros de la calle Florida, disfrutan del helado de dulce de leche o ríen por algún motivo que desconozco. Se mezclan tantas caras… tantas que parece mentira. Hoy en particular, muchos llevan el celeste y blanco en el pecho, sobre el corazón. La peatonal también se colgó un par de moños, los faroles tienen escarapelas de papel y el Cabildo está más bonito que de costumbre. Sé que a muchos les molesta el caos del tráfico porque hay calles cortadas, pero al menos esta vez no es porque hay paros, sino porque un ánimo de Bicentenario se empezó a asomar… supongo que está bueno. Está bueno saber que ciertas cosas no se pierden del todo.

Así sigo con Soledad y su música por las calles, como jugando a filmar desde los ojos una película que tiene al ipod de soundtrack y un contenido un tanto tonto para mostrar. Pero bueno, se me hace que en San Luis apareció la necesidad de mostrar algo, y se me hace que Buenos Aires también está expandiendo eso.

1 comentario:

  1. ¡Qué manera de narrar!
    definitivamente hay gente con tanto talento aqui, en serio me cautivó tu forma de describir todo tan perfecto, en pocas palabras y transmitiendo tanto, un día espero hacer algo parecido y no verbal vomit como dice una amiga.
    Hermosísima entrada capturadora de todos los detalles que son chiquitos e importantes B♥

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