lunes

12 de Junio del año del mundial


Llueve y las calles se mantienen silenciosas. Hace poco que me levanté de la cama, no es algo extraño, después de todo anoche no llegué temprano a casa.

La movida comenzó alrededor de las diez con pizza y cerveza de por medio; ¿Sospechaba alguna parte de mi inconsciente lo que podría ocurrir en el transcurso de la noche? No lo creo.
Algunos dicen que lo mejor es aquello que no se planea, que simplemente aparece, y pueden que tengan mucha razón.
Me encontraba cenando con quien luego me enteraría era “la máquina” cerca de su casa, cuando aparecieron dos rostros conocidos y se unieron a la mesa. Al poco tiempo comenzaron a hablar de algo que iba más allá de mi conocimiento. Un viaje, una aventura. Un barco.
¿Me encontraba rodeada de piratas? – Me dije a mi misma. Como respondiendo a mi pregunta, un par de ojos celestes intensos se clavaron en mí.
- Te tengo una propuesta. – Me dijo Mono. Los otros dos sonrieron en complicidad. – Si bien hace mucho que no estás entre nosotros y puede que te falte algo de práctica, creo que podes sumarte a nuestro… barco. - El muchacho que estaba a su derecha – Martín - me miró con atención – Él es nuestro capitán.
- Y yo soy la cañonera – Continuó la chica que se había sentado a mi costado en tono orgulloso y simpático.
- ¿Cómo? ¿Un barco? – No estaba segura a dónde querían llegar con todo eso. – ¿De qué están hablando? Y yo no he estado ausente, el fin de semana pasado estuve con ustedes.
- Sí, pero antes de eso hacía mucho que no salías.
- No.
- Sí.
- Que no.
- Que sí.
- Hey, eso no es lo importante ahora – Intervino el capitán. Como acto reflejo, Mono cerró la boca y miró a Clara, la cañonera. – Sino saber si vas a unirte o no, este barco va a zarpar pronto y todos queremos sumarte.
Sonreí. No estaba segura en lo que me estaba metiendo, algunas dudas rondaban por mi cabeza. Pero algo en el trío me generaba confianza y encendía en mi interior una chispa de curiosidad y adrenalina, esa chispa que hacía tiempo no sentía.
Asentí con la cabeza.
- El barco somos un grupo…
- …Al que si bien le falta un nombre todavía… – Aclaró Clara.
- …Nos ha unido el espíritu de pandilla que busca divertirse, buscar aventuras, conocer la vida con un aspecto nuevo. Todos somos uno, el uno es todo. Cada cual cumple una función vital dentro de la tripulación.
- Y cada uno lleva un nombre que designa ese puesto. Es por eso que yo soy la cañonera –Le guiñó un ojo a Martín - Él el capitán, y él …
- La máquina. Y vos – Mono miró por una milésima de segundo a la joven rubia, como si de repente estuviese inspirado, y después se dirigió nuevamente hacia mí - Vos vas a ser nuestra cronista del viaje.

Clara juntó las manos, divertida. A ella se le había ocurrido exactamente lo mismo.
-Sí!
- Exacto. Rosso, tenes que ser nuestra cronista. No podes negar esta propuesta.
Alcé la cerveza helada y bebí un poco.
- Cuenten conmigo, compañeros. – Y juntamos nuestros vasos en un brindis, como si estuviésemos sellando un pacto. La máquina se estiró un poco y me dio un choque de manos, complacido.
Sin embargo su festejo duró poco, pues se acababa de dar cuenta que alguien entraba a la pizzería. De espalda grande y paso seguro, un par de ojos negros se dio lugar entre nosotros, colocando una silla en la cabecera de la mesa. Se trataba de nada más ni nada menos que de Lechu, aquél gran amigo que la vida universitaria había incorporado a nuestras vidas.
- Fuerza –me dijo la máquina – Él es la fuerza. – Pensé que no podía haber tenido un nombre mejor. Su contextura física me decía que era capaz de levantar dos personas sin mucho problema.


Algunos dicen que lo mejor es aquello que no se planea, que simplemente aparece, y pueden que tengan mucha razón. Yo dejaré que el hilo de mis palabras selle por sí sola el destino que le depara al Barco, y que esta aventura se califique a sí misma.

Atte. La cronista.

2 comentarios:

  1. Wow, entre la música y tus relatos.. tengo una noche muy interesante.
    Adelante Cronista, no dejes escapar ese barco..


    Saludos.. :)

    ResponderEliminar
  2. Con palabra autorizada, como Capitán de este humilde pero poderoso barco, me tomo el atrevimiento de expresar mi satisfacción al leer estas crónicas. Creo que no podrían estar mejor detalladas, creo que el barco decidió con certeza brindarte este espacio y creo que con tu incorporacion se completa una de las tantas piezas que estaban faltando. Estoy muy orgulloso de mi barco y de cada uno de los marineros de esta tripulación.. Espero seguir leyendo de estas crónicas, que admito me hicieron poner la piel de gallina o poio jaja, y su pronta publicación así podré leersela dentro de unos años a mis hijos y ellos a mis nietos y QUE NO SE CORTE nunca.. Mi saludos desde el puerto, siga adelante con su misión. El cap.

    ResponderEliminar