viernes



Después de cinco películas, siete cafés en el bar de la esquina y dos escapadas en el auto para navegar sin rumbo; se encontraron nuevamente en el balcón y se dieron un beso de narices frías y mejillas rosadas, ese tipo de besos que duran para siempre.
Sabían que no habían tenido el mejor de los veranos, pero sin dudas ese sería su invierno perfecto.



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