domingo


H
acía mucho que no los sentía así. Temblaban de la misma manera que lo habían hecho en aquellos momentos previos a sacar una bolilla en el primer oral de la facultad, o como aquella vez que tuve que sostener la hoja del discurso de fin de año. Me refiero a los nervios poco disimulados que cargaban los cinco dedos de cada mano mientras terminaba de escribir un mensaje de texto… Sí! Un mísero mensaje de texto me estaba poniendo estúpidamente nerviosa ¿Quién lo diría, eh?



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