martes


No me acordaba que el vacío podía ser tan desesperante. Y estar seca de ideas es un vacío bastante desesperante porque te das cuenta que aquello que te daba vida, te satisfacía, te hacía bien, de golpe se esfumó. Ya busqué por todos los rincones en esta ciudad, y en ninguna esquina pude encontrar nada – pero absolutamente nada – que se pareciera a tu reflejo para que me sirva de “musa inspiradora”. En serio que cuando digo nada, es nada, ni siquiera en los cafés de los viernes, esos que rellenaban un poco mis venas de párrafos con tu gusto y olor; después de todo vos fuiste el que me inició en el aromático ritual del café batido y la espuma de leche. Así que ya ves, aquí me tienes seca, desesperadamente seca de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario