lunes


Siempre se me pasó por la cabeza la idea del cambio. Antes me llenaba de intriga, como un misterio que caminaba por mis huesos y me daba cosquillas. Saberme en otro lugar, ver el mundo con nuevos ojos y todo eso. Este verano en cambio, el tópico me picó de un modo distinto. Me dio miedo. Sí, mis venas tiritaron ante la idea de sentirme fuera de mi cuerpo. Como si mi yo no tuviese vuelta atrás y todo lo que fui se hubiese desvanecido en alguna niebla de madrugada. Y lo que es peor, temblé al asumir que ese yo ya no encajaba con vos. Empecé a digerir el hecho de que somos piezas de dos rompecabezas totalmente diferentes, polos opuestos que ni chocan ni se atraen, sino que directamente van en caminos demasiado lejanos como para encontrarse, letras sueltas que nunca van a formar un nosotros. Es hasta terrorífico… Un escalofrío recorre mi espalda y se mezcla con la incertidumbre de no saber qué hacer, con las ganas de rebuscar en esa niebla y reacomodar el tiempo o lo que sea que me trajo hasta esta invasión de mi propio otro yo.

1 comentario:

  1. letras sueltas que nunca van a formar un nosotros.

    Triste no? a veces la ignorancia de la realidad, es más lindo que el conocimiento de aquélla.

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