sábado



Tenía 17 años y el miedo colado entre los huesos mientras su vista se perdía 12 metros más abajo, en el fondo del lago. Estaba esperando a que el pánico la recubriese por completo cuando un codazo amistoso y su par de ojos azules la miraron divertidos.

- Oye, si tú saltas, yo salto. Es así de simple, no? – Le dijo él extendiéndole la mano.

No pudo evitar sonreír ante aquella frase. Le pareció increíble que él la recordara y que además estuviese justo allí, a su lado, en la cornisa del puente a punto de lanzarse al vacío. Fue entonces cuando entre tanta adrenalina sintió una explosión interna, una mariposa que le decía que tal vez había algo más y que todo estaría bien si se dejaban caer.




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