jueves

Llevo horas y horas de pensamiento gastado y malgastado, rebuscando en rincones de mi cabeza al menos buena idea para escribir y lo único que encontré fue sobre el odio que me provoca esta dependencia de tener que sentir un vacío en el corazón para que mis dedos puedan hacer alguna línea que otra. Así que preferí dejar pasar posteos, poner cosas viejas, citas, etc. Hasta encontrar eso que necesitaba… Y como suelen decir, lo que estaba buscando estaba al frente de mis ojos, o mejor dicho, en el margen derecho del blog. Ahí está, todo aquél que pueda leer esto también va a poder leer eso de “(…) la necesidad de volcar en palabras lo que siento (…)”.

No puedo evitar preguntarme a dónde fue a parar esa parte que hace unos años lo grabó fuerte y con el pleno convencimiento de que era así. Que mi cabeza se podía revolucionar al leer el diario, escuchar una canción, tener un sentimiento a flor de piel, ver una película o una huelga por la calle, a tal punto de no poder aguantar un segundo más sin sentarme con lapicera en mano o notebook en falda – lo que primero tuviera cerca – para desahogarlo. Esa necesidad de sacarlo todo… no sé donde está y consecuentemente tampoco sé dónde se metió una parte mía; una de las que más sabía querer.

A veces quiero creer que no se fue, sino que permanece dormida en el fondo del olvido, o que no sabe qué hacer exactamente por lo que prefiere quedarse escondida. Pero otras me empiezo a plantear si no es posible que alguien se modifique sin darse cuenta. Dicen que la gente no cambia, yo soy de las que creen que sí lo pueden hacer, si tienen la voluntad de hacerlo. La cuestión en el asunto es que ahora estoy dudando si ese cambio puede ser total y completamente involuntario.

Y me da miedo, saben? No encontrarme a mí misma o mirarme en el espejo y reconocer que la silueta que me devuelve la mirada tiene aspectos que nunca imaginé encontrar y ya no sigue con sus necesidades de adolescente. Pero además, lo que puede ser peor: miedo de no sentir las ganas de plasmar en una hoja o en un archivo todo lo que me moría por desembuchar, criticar, admirar... aquello que provocaba esa revolución interna a todos mis sentidos hasta saciar una sed de justica personal con mis ideales. El miedo a callarme.


Día 06 - Una canción que te recuerde a alguien.


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