martes

En aquél concierto sólo para nosotros que te habías inventado en modo susurro, en el piano en el que se convirtió mi espalda la primera vez que me tocaste, en las ganas de amarte, de escribirte la canción más bonita del mundo. En las confesiones de invierno, desnudos en la cama y con el chocolate caliente recién hecho. En tus ideas y abrazos revolucionarios, en los paseos en bicicleta. En la pintura y en cómo memorizaste mi rostro en el papel. En ti, tu esencia y en esa mirada, a veces nublada, a veces brillante, pero siempre tan tuya... tan mía, tan nuestra.




Día 14 - Una canción que te gustaría que te dedicaran alguna vez.

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