martes

9 de Agosto del año del mundial


Viernes seis. Noche. Definitivamente se está volviendo rutina las juntadas en Puerto Mono antes de la medianoche. De todas formas el motivo del encuentro esta vez vino con plus: Fuerza cumplía veintidós.

Cada uno con algo en mano, nos escabullimos a la habitación y la máquina no tardó en hacer entrega de los regalos. Al festejante se le escapaba la felicidad por los ojos mientras iba abriendo uno a uno los envoltorios de diferentes colores [nota: felicitaciones Spades]: Un gorro irlandés con su respectiva cerveza y vaso cervecero bien fiestero, una katana negra para la envidia de cualquier samurái y un fernet con estilo… y qué estilo!. Como decía, la felicidad se le grababa entre risas y se plasmaba en diferentes fotografías. A su lado, su mamá – la proa Cecilia – lo miraba orgullosa y, supongo, también agradecida que con tantos regalos aprovechaba para hacer el combo del “día del niño”.
Así, entre charlas, canciones perdidas de Sean Paul y algún que otro cambio de gente naval, el barco zarpó hacia las afueras de la capital encabezado como siempre por el capitán y padre del cumplañero. Corrían las cuatro de la mañana cuando la tripulación se sentó en un pequeño bar de paseo del sol, y cuando digo pequeño, lo estoy agrandando, en serio. Como sea, el equipo continuó con la ronda de cervezas y demás bebidas a gusto y empezamos a planificar las próximas aventuras – de las cuales no puedo decir nada de momento - . Estábamos en eso cuando la máquina me chocó el codo y me hizo señas para que observara más allá.

Ella y su espalda desnuda acababan de cerrar la puerta del baño.
Clavé la mirada en quien estaba a mi derecha, sin terminar de comprender qué tenía de especial esa chica, salvo por el hecho de la facilidad con la que podía desprendérsele el corpiño.
- Sabías que una mujer tarda usualmente entre 1.30 y 3.00 minutos en el baño?
- No, pero…
- Pero vas a ver que esta tardará más. – Me apostó al mismo tiempo que notaba que, a mi izquierda, Vale alzaba una ceja con sumo interés.
- No…
- Que sí. – Llenó un vaso con Stella y me lo extendió.
Pasaron cinco minutos y nada. La máquina empezaba a esbozar sonrisas y sus ojos se llenaban de ese brillo pícaro y algo travieso. ¿A qué iba con todo esto?
- Vas a ver que no va a tardar mucho más.
- Que sí.
- Que no.
- Que sí .
Así pasaron dos minutos más. Algo olía a gato encerrado.
- Que no. Ya va a salir del baño de mujeres.
- ¿Y qué te hace pensar que ese es el baño de mujeres?

Literalmente, olía a gato encerrado.

- Y no, no está sola – Me confirmó antes que volviera a abrir la boca. – Vas a ver que en total tarde entre 15 y 20 minutos. – Rio.
- Que no.
- Que sí.
Efectivamente, cuando el minuto 17 llegó a su fin, la melena castaño claro salió acomodándose la pollera.
Y 35 segundos después un morocho detrás de ella, subiéndose la cremallera del jean negro.

PD. Un cordial saludo a nuestro cartógrafo, quien me ha informado que ha logrado ubicar exitosamente a personas extranjeras en coordenadas internacionales. Qué grande!

4 comentarios:

  1. ahaha nooo! soy una cronista muy bestia! me faltaron las bolitas zen! u.U ... beh, les dedico un escrito aparte cuando Lechu haga de las suyas con eso.

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  2. waaa..!!! k prima!!! jajaja Escritora...cree que es... abogada cree que sera... lo unico que se... esque estas historias me cronicas me gustaran jajajaja

    Cdt prima! ya sabes! deduce esta aver quien soy! xD chauuuu!!!

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  3. Así nomás? Wow, que valentía la de esa melena canstaña...

    Igual, yo creo que tardamos más de 3 minutos en el baño eeh.. La próxima me voy a cronometrar.. jajaja

    Besos muchachita!

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  4. Wah!
    OMG
    ¿en serio?
    Wah

    jajajaj sabes que mi Wah es el anti QOCHI xD

    genial crónica, me encanta, pero no te vuelvas alcohólica que no estoy ahi para llevarte a AA ¿si? <3

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