Fue entonces cuando otra música, a lo lejos, llamó mi atención. A pocos metros a mi izquierda, un grupo de seis personajes con rastas, un bandoneón y una guitarra eléctrica hacían una performance bastante particular de un tango. De repente me sentí contenta de andar sin baterías.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario