viernes


Ese domingo tuvimos juntada de estudio con el barco en la casa de nuestro cartógrafo, a ver si nos encaminaba al menos un poco en los libros ahora que los parciales estaban a la vuelta de la esquina (nuestros últimos parciales, si Dios quiere). Tengo que decir que para ser domingo en casa de amigos lo hicimos bastante bien: Yo llegué en bici apenas pasadas las seis, obviamente la máquina ya estaba ahí al igual que nuestra flamante pirata VR, bucanera con libros de administrativo en una mano y una porción de pastafrola en la boca. Con acompañamientos de mate y galletitas se nos fue pasando la tarde y se hicieron las ocho. Justo en ese momento el cartógrafo decidió salir al balcón. Justo escuchó música a lo lejos. Justo se dio cuenta que a dos cuadras la calle estaba cortada. Y hasta ahí llegó nuestra tarde de estudio.

Bien y fieles a nuestro estilo curioso y expectante de aventuras, nos emprendimos en la tarea de averiguar a qué se debía tal festividad en pleno Barrio de Palermo. Apenas llegamos tuvimos nota de que el DJ era zukker, que la gente bailaba, tomaba y reía como fiesta de fin de año; y no estábamos equivocados, ya que nos dimos cuenta que ese era el festejo del Año Nuevo judío.

Gus no tardó en ir y volver con cervezas y maní. Vale fue la primera en identificar al Dj y comentar en facebook, yo la seguí subiendo fotos por celular, como cronista que da noticia en vivo y en directo. Pero fue la máquina quien nos tomó a todos por sorpresa y emoción cuando de repente nos abrazó, así como por instinto como hacen los amigos que quieren sin razón, y nos dijo:
- Ay, como los quiero. Me hace muy feliz que sean mis amigos y podamos disfrutar de un domingo así, tan espontáneo.

Y a mí casi se me pianta un lagrimón y me vinieron todas las ganas de escribir como lo estoy haciendo ahora. Porque son palabras como esas, tardes sin programar y risas sinceras las que hacen que el diario íntimo de cada uno o las crónicas del grupo valgan la pena ser leídas. Porque son esos trocitos de felicidad los que te duran para siempre, los que te levantan el ánimo cuando menos te lo veías venir.

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